miércoles, 2 de octubre de 2013

Clary y Jace (Pag. 380 Cazadores de sombras: Ciudad de las almas perdidas -Cassandra Clare)

 

Clary puso la mano es su mejilla y él apoyó la cabeza sobre su palma; su cabello le hizo cosquillas en los nudillos. Besó su mejilla con la misma ternura que él había demostrado. Sus brazos la apretaban, como si tuviera la intención de no dejarla nunca. Lo besó en la mejilla, en la mandíbula y, finalmente, en la boca, una ligera presión de los labios contra labios.
   No hubo nada de ese frenesí que se produjo en el club nocturno, éste era un beso con intención de dar consuelo, de decir todo lo que no había tiempo de decir. Él le devolvió el beso, vacilante al principio, luego con mayor urgencia, su mano sujetaba su cabello. Sus besos se profundizaban poco a poco, suavemente, la intensidad se hizo cada vez mayor entre ellos, como pasaba siempre, como un incendio que se iniciaba con un único fósforo, y estallaba en un reguero de pólvora.
    Ella sabía lo fuerte que era, aun así se sintió conmocionada cuando él la cargó a la cama y la recostó con cuidado entre las almohadas dispersas, deslizando su cuerpo sobre el de ella, un gesto suave que le recordó para qué eran todas esas marcas que tenía en el cuerpo: Fuerza, Gracia, Ligereza de tacto. Sus manos lo recorrían, los hombros, los músculos de los brazos, la espalda. Su piel desnuda se sentía como seda caliente en sus manos.
    Cuando sus manos encontraron el dobladillo de la parte inferior de su camiseta son mangas, estiró los brazos y arqueó la espalda, deseando que todas las barreras entre ellos desaparecieran. Cuando se la sacó, ella volvió a presionarse contra él, sus besos eran más feroces ahora, como si estuvieran luchando por llegar a un lugar oculto dentro del otro. No había creído que pudieran estar más cerca, pero de alguna manera, cada beso se hizo más hambriento, más profundo que el anterior.
    Sus manos se movían con rapidez sobre el otro, y luego más lentamente, descubriéndose sin prisas. Hundió los dedos en sus hombros cuando él la besó en la garganta, en la clavícula, en la marca de estrella en su hombro. Ella le rozó la cicatriz también, con el dorso de los nudillos, y le besó la marca herida de Lilith que tenía sobre el pecho. Lo sintió temblar por el deseo, y supo que estaba en el borde de donde no habría vuelta atrás, y no le importó. Juntó los tobillos en la parte baja de su espalda, y él gimió contra su boca, un sonido suave, bajo e indefenso. Sus dedos se clavaron en sus caderas.
    -Clary.-Se alejó. Estaba temblando-. No puedo...si no nos detenemos ahora, no seremos capaces de hacerlo luego. (...)
    Él dejó caer la cabeza sobre su hombro. Un poco desconcertada, le acarició la espalda, tocando los arañazos que le había hecho en su piel en el club nocturno. Su boca descendió sobre ella, con una presión anhelante, sus labios estaban abiertos, hambrientos y calientes, y sus manos se apoderaron de la cintura de Clary, y después de las sábanas a un lado de ella, hasta casi romperlas. Él se apartó, jadeando.
    -No podemos...
    -¡Entonces deja de besarme! -jadeó-. De hecho... -Clary salió por debajo de uno de los brazos de él, agarrando su camiseta-. Ahora vuelvo
    Pasó junto a él y de precipitó hacia el cuarto de baño, cerrando la puerta por detrás.


Página 380
Cazadores de sombras: Ciudad de las almas perdidas
Cassandra Clare


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2 comentarios:

  1. Chulísimo el dibujo y un fragmento excitante =)
    Llevo un tiempo queriendo leer los libros... Puede que empiece pronto

    Alité

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